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—“¿Cómo podría yo ser padre a la edad de cien años? —pensó—. ¿Y cómo podrá Sara tener un bebé a los noventa años?”. Abraham le dijo a Dios:
— ¡Que Ismael viva bajo tu bendición especial!
Pero Dios le respondió:
— No. Sara, tu esposa, te dará a luz un hijo. Le pondrás por nombre Isaac, y yo confirmaré mi pacto con él y con sus descendientes como pacto eterno. Con respecto a Ismael, también a él lo bendeciré, tal como me has pedido. Haré que sea muy fructífero y multiplicaré su descendencia. Llegará a ser padre de doce príncipes, y haré de él una gran nación; pero mi pacto se confirmará con Isaac, quien nacerá de ti y de Sara dentro de un año. (Génesis 17:15-21 NTV)
Nuestra mente es finita y por esa razón creemos que Dios tiene un tiempo y un límite para obrar, pero no debemos olvidar que para Él un día es como mil años y mil años son como un día. No hay nada imposible para nuestro Creador y donde las circunstancias terminan, Él empieza a obrar. Nunca se atrasa ni se adelanta, siempre responde nuestras oraciones y clamor en el momento exacto.
Sin embargo, Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, pero aun así el ser humano no puede comprender todo el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin. Eclesiastés 3:11 (NTV)
Ahora que iniciamos un nuevo año, te animo a que seamos más sabios que en el pasado, alineemos nuestros objetivos y sueños a la voluntad de Dios para que se hagan realidad y estemos satisfechos con todo lo que logremos alcanzar. Evitemos estropear sus planes tomando decisiones equivocadas y apresuradas, seamos más sensibles a la voz y a la dirección del Espíritu Santo; confiemos en que Dios tiene todo bajo control y sabe lo que realmente necesitamos.
Mantengámonos fieles y obedientes a su Palabra porque Él siempre cumple lo que promete y en su tiempo todo es perfecto.
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