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jueves, febrero 26, 2015

¿Cómo vamos a saberlo si nunca lo intentamos?

Don Gossett comenzó a enseñar lo que había aprendido en su iglesia y muestra de ello es el testimonio de Mabel Marvin, la cual asistía a los cultos y justamente después del servicio un día domingo, el camión en que viajaban sufrió un desperfecto. Vaya momento para probar su fe, su camión ya era viejo, era su único transporte y fuente de trabajo porque con el entregan leche, además solo tenían un mes de haberlo reparado.
Las opciones no existían pues había ocurrido durante la guerra y todo estaba racionado, si pensaban en comprar uno nuevo había tantas personas que también necesitaban uno y lo precedían al esposo de Mabel, pues las personas conformaban una gran lista, la respuesta de un nuevo vehículo ascendía a dos años de espera.
¿Cómo iremos a la iglesia ahora?… ¿Cómo vamos a entregar nuestra leche o conseguir nuestras provisiones? Esto realmente me aflige, fueron las expresiones del esposo de Mabel pero ella se afianzó y le dijo: Para Dios todo es posible. Su esposo Enrique le dijo: -Supongamos que se lo pedimos, y sin embargo no conseguimos el camión nuevo”, le replicó él, pero ella no se amedrentó: “¿Cómo vamos a saberlo nunca si no lo intentamos?”.
Con la esperanza de que Dios les supliría todas sus necesidades, recorrieron dos millas sobre dos cerros con un frío intenso. Al día siguiente cuando aún estaba orando Mabel, su esposo la interrumpió porque ya habían conseguido un nuevo camión.
El señor Johnson, el hombre que le llevó hasta el pueblo después de que nuestro camión se rompió, tuvo que parar en la Agencia para hacer una diligencia. Un camión había llegado la tarde anterior, pero el hombre que lo había ordenado lo rechazó porque la distancia entre los ejes era muy corta para él. El señor Johnson le informó al agente de nuestra necesidad.
Don Gossett enfatiza que Dios no les responde a todas las personas porque la santidad es básica para recibir un respuesta del Señor: “Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:2).
En realidad para recibir las bendiciones de Dios tiene que haber un arrepentimiento de pecado, una conversión de vida: “Así que, arrepentíos, y convertíos para que sean borrados vuestros pecados”, Hechos 3: 19 y “entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí” (Isaías 58: 9).
Si te preguntas cómo Dios hará lo que pides como le ocurrió a Enrique, simplemente lo que necesitas saber cómo es que las cosas que tú digas y creas que van a suceder, suceden. ¡Es suficiente que sucedan!.
“Y cualquier cosa que pidiéramos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (1 Juan 3:22).

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