A menudo llamamos a conocidos de días o meses: amigo, esto me resulta molesto en realidad, escuchar a personas
llamarse entre sí mejores amigo/as, me
pregunto: ¿Qué han hecho uno por otro para ganarse ese título?, o solo se hacen
llamar así porque todos tienen un BBF hoy
en día. La amistad es más que una persona más en tu lista de contactos u otro
chat en tus conversaciones cada día. No deberíamos tomar esto de amigos y
amistad tan a la ligera.El ser amigo más que divertido, reconociendo lo
edificante y relajante que es pasar tiempo con un amigo; es una
responsabilidad, un amigo es un premio, y si tienes uno, tú debes ser a quien
se acerque por consejos, a contar sus secretos, problemas, sueños. La amistad
no es solo charlar hasta tarde, es algo que se forja con tiempo, paciencia,
intimidad y sacrificio.
De la misma manera, muchos conocemos sobre Dios pero pocos nos
hacemos sus amigos. Entre los beneficios que Jesús nos da en su sacrificio está
restaurar esa amistad que la humanidad tenía con Dios en un principio, la
confianza que pudimos tenerle a Dios de llamarle Padre se nos devolvió y Él
tiene más que nunca las puertas de los cielos abiertas para cada uno de
nosotros sin importar quienes seamos. Pero si solo entramos en la casa, disfrutamos de los beneficios, brincamos por
todo el plantel, salimos al patio, comemos en la mesa y solo decimos a quien da
todo esto: Gracias, no somos sus amigos,
quizás pueda ser nuestro Padre ahora, pero alguien con quien te dirijas unas
cuantas palabras o hables de él unas cuantas veces no mereces llamarle amigo.
En mi poco tiempo siguiendo a Cristo, he aprendido que a nadie le
importa más cómo te sientes que a Dios, esas cosas que contamos a nuestros ‘‘amigos’’, nuestros deseos y sueños que
hacen que se nos acelere el corazón, las cosas que te hicieron enojar en el
día, las que te sacaron una sonrisa, lo que te hizo llorar, tus problemas, tus
ansiedades, estoy seguro que a nadie le interesa más oír esas cosas que a Él y
cuando oramos, espera pacientemente que nos sinceremos con Él en cualquier
instante. Y así como lo hace, Él espera que tú le escuches, deseando que le
pongas atención a Sus intereses.
¿Sabes que hace triste a Dios? ¿O que le hace feliz, o que le gusta
hacer contigo, más que leer la biblia u orar?, ¿alguien pudiera decirme: Yo sé
el deseo de Dios?, o ¿el sabor de helado que le gusta? Así como nuestros demás
amigos, de los cuales conocemos hasta las mañas más intolerantes, si queremos
ser llamados por Dios amigos, deberíamos de preocuparnos por conocer sus
intereses y como enseña la palabra obedecerle más que por responsabilidad, por
amor.
Es sentarse a la mesa y entablar una conversación sincera o salir a
pasear o leer un buen libro con él, como quieras, pero que tu amistad con tu
Padre, sea más que algo superficial y religioso, más que un día de iglesia,
porque no creo que te harías amigo de nadie si solo lo visitas un día a la
semana y luego no le vuelves a hablar el resto de la semana. Más que nunca
escuchar a Dios debe ser una prioridad para nosotros, pero no podremos oír nada
si nos preocupamos por nuestros propios intereses, ocupémonos de obedecer a
Dios más que una vez a la semana, se dará cuenta cuanto valoramos Su amistad y
mientras nos acercamos a Él, él se acercará a nosotros.
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