En estos días de Semana Santa, única y diferente a causa de la crisis actual que vive el mundo, es una maravillosa y oportuna ocasión para reflexionar más y más en el significado de lo que hizo Jesucristo a favor de toda la humanidad, y sobre todo para acercarnos más y más a Dios.
El ser humano que vive en la práctica de delitos y pecados está muerto espiritualmente hablando. Pero Jesucristo murió y resucitó para darle vida y vida en abundancia. Sólo Jesucristo nos garantiza que podemos pasar de muerte a vida. (Efesios 2:1; San Juan 10:10; 5:24)
Nuestros delitos y pecados nos separan de Dios. El ama al pecador; aunque aborrece el pecado. Sólo Jesucristo hace posible nuestra reconciliación con Dios. (2 Corintios 5:17-20)
Jesucristo es el único camino que nos lleva al Padre. Es el único intercesor entre nosotros y Dios. Es el único mediador entre Dios y nosotros. Es el Gran Sumo Sacerdote. Por eso, en este tiempo en que recordamos la pasión, muerte y resurrección de Cristo, y siendo testigos presenciales nosotros de ésta presente crisis mundial, es propicio que nos acerquemos a Dios nuestra más segura esperanza. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (San Juan 14:6; Hebreos 7:25; 1 Timoteo 2:5; Hebreos 4:14-5:10; 4:16).
Dios nos está esperando con los brazos abiertos.
El Señor nos dice: El que a mi viene, yo no lo hecho fuera. Venid a mí, todos los que están trabajados y cansados que yo os haré descansar. (San Juan 6:37; Mateo 11:28).
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Dios, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar... (Isaías 55:7-9)
Dios ha provisto el medio para que nos podamos acercar a él: Jesucristo su Hijo Amado en quien su alma se complace. Por eso el Apóstol Santiago, en su epístola (Santiago 4:8) nos dice: Acercaos pues a Dios y Él se acercará a vosotros. Es nuestra decisión. Se requiere de nuestra voluntad. Debemos tomar esa valiosa y trascendente decisión de acercarnos a Dios con corazón contrito y humillado. A un corazón contrito y humillado no despreciará el Señor. (San Juan 3:16 y 17; Deuteronomio 30:15-20; Salmos 51:17)
El Señor te dice: Hoy es el día aceptable; Hoy es tu día de salvación. He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, cenaré con él y él cenará conmigo. (2 Corintios 2:6; Hebreos 3:15; Apocalipsis 3:20)
Acércarte a Dios, a través de Jesucristo, y El se acercará a tí!
Por Alexis Rodríguez
No hay comentarios
Publicar un comentario