Estudios revelan que los niños tienen una predisposición natural a creer en Dios

Investigaciones destacan que los niños tienen una predisposición infantil a creer en Dios.

Diversas investigaciones recientes señalan que los niños tienen una predisposición natural a creer en Dios. 

Un artículo publicado este mes en Christianity Today recopila varios estudios que respaldan la idea de que el ser humano nace con una tendencia a reconocer un origen sobrenatural detrás de todo lo que le rodea.

El científico cognitivo Justin Barrett, psicólogo del desarrollo y antropólogo de la Universidad de Oxford, afirma que todos somos, en mayor o menor medida, “creyentes natos”. 

Según sus estudios, los niños no aceptan todo lo que oyen, pero sí tienden a ver propósito e intención detrás de los fenómenos naturales.

Por ejemplo, los pequeños suelen decir que “las nubes fueron creadas para llover”, lo que muestra su inclinación a pensar que todo tiene una razón o diseño.

La psicóloga del desarrollo Deborah Keleman también sostiene que los niños son “teístas intuitivos”, incluso cuando crecen en hogares ateos. Esto, según los expertos, no se debe a ingenuidad, sino a una inclinación natural a interpretar el mundo como resultado de una inteligencia superior.

Esta idea encuentra eco en las palabras de Jesús:

“Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque de los tales es el Reino de Dios” (Marcos 10:14).

Teólogos como Juan Calvino ya hablaban del sensus divinitatis (“sentido de deidad”), una percepción innata de que existe un Dios. Investigadores como Dominic Johnson incluso sostienen que el ateísmo es una posición que se desarrolla con el tiempo, mientras que la fe surge de manera natural.

El autor del artículo, Grifo Gooch, concluye que la conciencia de Dios sigue viva en el ser humano, y que las generaciones más jóvenes necesitan orientación para encaminar esa búsqueda espiritual.

“No nacemos ateos —afirma Gooch—. Más bien, el ateísmo es algo que aprendemos con el tiempo. Pero en el fondo, todos tenemos un anhelo natural de volver a ver el mundo con la maravilla de un niño”.

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