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lunes, febrero 23, 2015

Fe como un grano de mostaza

  • Deja que te cuente un poco de un capítulo de mi vida. Hace tres años pasé por una de las situaciones más angustiantes de mi vida. Estaba viviendo en el extranjero lejos de mis seres queridos, no tenía empleo y mis ahorros estaban disminuyendo considerablemente. Mi teléfono móvil se negaba a servir así que la comunicación con mi familia era poca o ninguna y cuando parecía que la situación no podía ponerse peor, me enfermé de manera terrible. Pensar que el ambiente no podía nublarse más y que ya había tocado el fondo del abismo fue un grave error, porque efectivamente las cosas sí podían empeorar y lo estaban haciendo.
    Alguien, que por infortunios del destino deje entrar en mi vida, estaba "haciendo leña del árbol caído" (como decimos en mi país). No solo no le bastó con engañarme, sino que además optó, junto con otra persona, por decir chismes de mí. De verdad que yo creí que no iba a tener fuerzas suficientes para continuar. La ira me empezó a consumir y lo único que deseaba era no solo silenciar todas las bocas que se encargaban de difamarme, sino también de desquitarme de quien me estaba haciendo tanto daño. Pese a eso, ganó en mí el fuerte deseo de dejar que las cosas cayeran por su propio peso y eso fue lo que hice.
  • El desenlace

    Luego de todo ese Tsunami de acontecimientos desafortunados, sobre los que no tenía ningún tipo de control, decidí que no ganaba nada desesperándome y deprimiéndome. Empecé a orar con más firmeza e intención y a pedir guía para saber qué hacer. Fue así como las cosas empezaron a cambiar poco a poco. Mi familia se pudo poner en contacto conmigo, mi salud mejoró mucho, reuní la fuerza y la cordura suficiente para llamar la atención quienes me habían difamado y vi cómo quien se había encargado de repartir los comentarios negativos de mí lloraba arrepentida por sus actos. Todas las situaciones amargas que había estado atravesando por fin estaban menguando y mi vida de nuevo estaba entrando en una época de paz. Esa tranquilidad que había estado añorando por casi un mes al fin regresaba a mi vida.
  • La fe es una pequeña semilla que va creciendo conforme se cultive de la manera adecuada

    Como lo indica el enunciado anterior; a veces, cuando nos encontramos en los momentos más difíciles de nuestras vidas y nos hundimos en la desesperación, sentimos una fuerza extraña que nos impulsa a confiar no solo en nuestra fortaleza interna, sino en un Ser Superior, que nos colma de luz y nos da la guía que no teníamos en el momento de debilidad. Esa pequeña chispa de luz destella en medio de la oscuridad y cambia todo. Pero se necesita un paso importante por parte del necesitado y ese primer paso es creer: la fe siempre precede al milagro.
  • Se puede enseñar a los hijos a tener fe

    Así es, desde pequeños se puede empezar a incentivar en los hijos el arte de tener fe, de creer en lo que no se ve pero de lo que se tiene la certeza quesí existe.
    • Enséñales a creer en sí mismos y en sus fortalezas, eso les dará la fuerza para seguir adelante pese a los obstáculos
    • Si profesas alguna creencia religiosa, enséñale a confiar en Dios; en ese poder superior que nunca le dejará solo y que le dará la fortaleza y la luz que requerirá cuando menos lo crea.
    • Indícale que no es malo sentirse triste y frustrado, o como quien dice: "no es malo tropezarse, lo malo es encariñarse con la piedra". La tarea de confiar requiere de voluntad y fortaleza, una que a veces se pierde por el sentido derrotista que a veces nos gobierna.
      Quiero que sepas que la fe es una semilla que está dispuesta a crecer tanto como tú la riegues, con voluntad y lucha por lo que deseas. Pero que también, a veces, requiere de sacrificios o de saber esperar y aceptar que las cosas salgan como deben ser. No olvides que tus hijos son merecedores de toda tu experiencia y amor, y qué mejor manera de demostrarlo que trasmitiéndoles ese conocimiento.
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