Lectura Corintios 3:10-15
'' ... y la obra de cada uno cual sea, el fuego la aprobara. '' v.13.
Una tarde de verano en Uruguay, observaba a mis sobrinos de 4 y 6 años jugar en la playa. Construyeron un castillo de arena y alrededor cavaron un hoyo. Pretendían llenarlo con agua, así que corrían una y otra vez con sus baldecitos hasta el mar, los llenaban y arrojaban el agua en el hoyo. Volvían a la orilla, recargaban, y, cuando regresaban, el agua que habían volcado antes ya había sido absorbida por la arena. Pero ellos no se daban por vencidos, con alborozo, iban y venían mil veces. No pude evitar pensar en lo vano de aquel trabajo y en el momento en que pensaba, me pidieron que los ayudara. Indudablemente, mi ayuda de tía bien dispuesta fue una alegría para ellos, pero no hizo ninguna diferencia en el fracaso de aquella empresa.
Así somos nosotros muchas veces. Nos esforzamos, vamos y venimos una y otra vez, e invertimos nuestra vida en tareas que tienen poca trascendencia para la eternidad. En ocasiones, nuestras actividades, aun siendo ''buenas'', no son relevantes para el destino de las almas o no se encuadran dentro de la voluntad de Dios. Tarde o temprano serán absorbidas por el tiempo y quedaran en el olvido.
Otras veces, nuestra motivación es equivocada o erramos en la actitud con la que las encaramos. No nos detenemos a pensar a quien estamos sirviendo y de quien es la gloria. Por lo tanto, también resultan vanas.
La Biblia afirma que nuestro trabajo sera probado por fuego, y solo el que permanezca recibirá recompensa. ¿Resistirá mi obra la prueba de fuego?
Fuente: Alimento para el alma.
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