Todos tenemos un sueño o una meta que quisiéramos realizar, y anhelarlo, orar por ello e imaginártelo es bueno, y saludable, pero cuando nos quedamos con los brazos cruzados no hay oración que haga que suceda. Como dice la Biblia: La fe sin obra es muerta. O sea, puedes creer y soñar en algo pero si no haces algo para materializar ese sueño estás, simplemente (en un sentido vulgar e inútil), soñando.
Hace poco tuve que aprender esto: si no inviertes esfuerzo, dinero y muchas horas de tu tiempo en lo que sueñas, te quedarás soñando. Yo quiero que mis sueños y tus sueños sean más que eso, así que te daré unos cuantos consejos para que comiences a disciplinarte.
1. Dedica tiempo a ello. Comienza con minutos al día, luego que sean horas, en la medida que puedas.
2. Ponte una fecha límite. Si no limitamos nuestros sueños a un tiempo determinado este no tendrá conclusión.
3. Calidad. Esta palabra habla por sí sola.
4. Ten paciencia contigo en el proceso a lograrlo, pero, se duro contigo mismo cuando seas irresponsable.
5. Tu sueño no puede ser más importante que Dios y tu relación con Él, ni que tu salud y tampoco que tus seres queridos. Porque necesitarás de todo ello para que se puedan materializar.
Cita un proverbio japonés: La disciplina tarde o temprano vencerá la inteligencia. Y un profesor dijo delante de mí una vez: La disciplina y la disposición son las madres del éxito. Quizás no necesitemos muchos recursos, no más que mucha disposición. Soñemos, pero hagámoslo bien.
Los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad,
pero los atajos tomados a la carrera conducen a la pobreza.
pero los atajos tomados a la carrera conducen a la pobreza.
Proverbios 21:5
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